domingo, 8 de enero de 2017

TE ECHABA DE MENOS.

Me olvidé el blog en un rincón abandonado. Muchas veces me llama, y me hago el que no lo escucha por tal de no decir nada. No me preocupo de cuidarlo ni un poquito, pero luego le echo en cara que no está cuando lo necesito. Perdóname...te juro que no lo hago con conciencia. Te juro que te busqué, te juro que me busqué. Pero me cuesta. A pesar de todo, me cuesta. Te juro que te esperé para escribir a toda costa, pero a estas alturas la inspiración sólo viene cuando te pegas la hostia. Y es que siento que el paso del tiempo me pesa en la espalda, y es que hay veces que ni hechos ni palabras me respaldan. Me miro en el espejo, me veo en el reflejo y sólo veo alguna que otra arruga, un par de canas y mucha barba. Dime si soy yo o es que es verdad que está lejos el chaval al que echo en falta.

Y es que el pasado muerde, y te va acumulando motivos por los que saltar del puente cuando el pecho te arde. Traté de ser un hombre, y lo logré, al igual que la belleza, tarde. Por eso hubo gente a la que casi perdí por cobarde.

Y ahora mismo, me arrepiento de fallos que cometí. Pero bueno, sin haberlos cometido, no habría comenzado a escribir, ¿no? Me prometí no desviarme del camino, y con una sonrisa afronté todo lo que vino. Y todo lo que escribo lo hago con 50 % razón - 50 % corazón. Yo no me saco la polla, yo me exprimo el corazón. Lo imprimo con cuidado en cada renglón, cada verso, a mí no me importa mostrar que tengo problemas igual que el resto.

Aún así debo aprender que también tengo derecho a rallarme y echar de menos. también tengo derecho a comerme el coco por tonterías. No soy un santo, también tengo derecho a pecar, ya te digo yo que no pienso ir al cielo.

A veces me apetece evadirme del mundo un tiempo, pensar en mí mismo, y ser un poco más egoísta de lo que decían que estaba siendo. Sé pedir perdón, y perdonar si es necesario. Guardo rencor, ese es otro de mis más y mis menos. Pero sé decir que no, aunque no sé olvidar lo que hace daño.

Y ya con 23 echo la vista atrás y a pesar de todo estoy orgulloso por lo que pude lograr. Con el tiempo aprendí que no se es menos hombre porque alguien te vea llorar. Aprendí que nacemos con alas, pero que a unos se las cortan y otros no tienen el valor de echar a volar.

Y aunque aún no, sé que volveré a sentirme invencible. Porque así crecí, viví, y seguí. Y es por eso por lo que algún día volveré a sentirme libre. Como siempre, a paso firme. Porque ni partiéndome la cara me he planteado rendirme.

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